Una chica gordita se me acercó en la playa. De repente, me abordó y adivina qué… ¡SEXO!
Su cuerpo curvilíneo, con pechos generosos y un trasero tentador, me envolvía en un abrazo apasionado que me dejaba sin aliento. Después de un juego previo lleno de anticipación, donde ella limpió mi miembro con dedicación, nos lanzamos a una jornada de pasión desenfrenada y sin límites.
Con cada cambio de traje de baño y cada disfraz sensual, nuestra lujuria crecía, llevándonos a experimentar placeres intensos y prohibidos en una aventura sexual salvaje y emocionante.