Mitsurugi y Nagihara, las nuevas empleadas de la empresa, se destacan por su dedicación y son valoradas por sus cualidades profesionales. Mitsurugi es una persona muy responsable, mientras que Nagihara es admirada por su comportamiento elegante. Sin embargo, en secreto, ambas mujeres trabajan en un soapland masoca, donde revelan una faceta completamente distinta a la que muestran en su entorno laboral.
En este lugar, sus fetiches masoquistas se desatan, llevándolas al clímax, lo que genera una curiosidad sobre su verdadera personalidad. Este contraste entre sus vidas laborales y su vida privada invita a reflexionar sobre las dualidades que pueden existir en las personas, así como las complejidades de la identidad y los deseos ocultos que pueden habitar en cada individuo.